Curioso destino el de Paquito Miro Quesada Rada. Después de algunas veleidades izquierdistas como el instituto Voltaire, y su apología de la democracia directa, fue profesor de ciencias políticas en las aulas sanmarquinas, y publicó algunos libros que estaban en algodón. Luego nos sorprendió con su enrolamiento en acción popular, pugnando por una candidatura que finalmente no arribó a buen puerto. Pero en todo caso, Paquito luchó contra la dictadura e hizo gala de decencia.
Pues bien, en octubre pasado una extraña alianza entre accionistas minoritarios lo llevó a la dirección del decano. La precaria mayoría que obtuvo fue rápidamente neutralizada mediante la presión de los grupos económicos que se esconden bajo el logotipo del decano, en especial la constructora Graña y Montero. Es una vaina cuando los medios son propiedad de los pulpos y solo sirven para defender intereses crematísticos. Pero esa es otra discusión. Parafraseando a Platón es imposible ser más amigo de la verdad que de Pepito Graña MQ, el hombre de la marmaja que instrumenta El Comercio para hacer negocios no siempre limpios como el remate de Collique.
Pepito Graña, el pataza de Alan, le entregó a Paquito la dirección pero no el poder. Impuso a un mediocre editor como Hugo Guerra, que además es asesor del inefable almirante Giampietri y sacó de la manga una estúpida teoría: es preferible la corrupción al chuponeo. El flamante director acicateado por la vanidad atracó, y se convirtió de esta manera en el rehén de Pepito y de la estrategia de control de daños del aprismo tras los petroaudios.
Luego los acontecimientos se han desarrollado en cascada. Con la peregrina idea de que el chuponeo es peor que el hurto agravado, se bloqueó la difusión de los petroaudios. Felizmente Fernando Ampuero y Pablo O’Brien se pusieron a órdenes de Rospigliosi y Laura Puertas para difundirlos, y así surgió el “petrogate”. Gracias a este caso hemos sabido de la podredumbre aprista que enloda al propio presidente, sobre quien pende qué duda cabe la vacancia.
En CADE 2008 Alan dejó traslucir su patería con Pepito Graña MQ. No solo los liga la pasión por la inversión sino el escandaloso robo de Collique. En una licitación amañada por el todo terreno ministro de Vivienda Enrique Cornejo, que ya sabemos a quien reporta, se vendió un terreno valorizado en 600 millones de soles en solo 100 melones. Una verdadera ganga para Graña y Montero, y los chilenos de Besco. Ya sabemos entonces quien le depositará a Alan en cuentas off shore de paraísos fiscales los cien millones de dólares de la coima.
Aunque han consumado el latrocinio, no está dicha la última palabra sobre la irregular venta del aeródromo de Collique. La forzada renuncia de Alvarez Rodrich y mañana la de Laura Puertas de Canal 4, anuncian que las ratas llegaron a El Comercio. ¿Después hablar de la libertad de prensa? El hombre que combatió la cleptodictadura de Fujimori, hoy defiende los latrocinios de Alan, en nombre de la gobernabilidad. ¿Y la verdad, Paquito, dónde queda? ¿Y la decencia? En nombre de tu limpio padre, el filósofo Francisco Miró Quesada Cantuarias, retírate de ese nido de ratas, y límpiate de esa nefasta alianza entre cutreros que hoy te utilizan para que nadie descubra sus timos. Mas vale la honra que el poder. Te lo dicen los amigos…
Y mientras tanto no compre ni El Comercio ni Perú21, por salud pública.
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