jueves, 29 de julio de 2010

Votante barranquino: ¿Decisión Ciudadana o Fuerza Social?

Barranco en 1940. RNC


Barranco se levantó contra el metropolitano. Gentes de todos los sectores, posturas y credos se unieron en un amplio movimiento para salvar nuestro distrito de la incuria de Castañeda y la ineptitud de Mezarina. Durante casi dos años en cientos de reuniones, acciones y diligencias se concertó un amplio movimiento cívico para evitar la destrucción del distrito más hermoso de Lima. Se hicieron dos grandes marchas, amplios sectores tomaron conciencia sobre el destino y las soluciones para Barranco, y se organizó un estado permanente de alerta vecinal frente a los atropellos de las autoridades.


El movimiento social estaba en auge, los barranquinos se habían unido detrás de una fuerza cívica que buscaba extirpar definitivamente del gobierno municipal a delincuentes como Del Pomar, cuestionar la estupidez tramposa de Mezarina (que hoy está con el lumpen de Cambio Radical), y alejarse del inmovilismo del PPC que solo se acuerda de Barranco en época electoral y que cree que con coloridos mandilitos y polos se conquista el poder municipal. En fin, no queríamos un Metropolitano que partiera el distrito en dos y dificultara mas el transporte, pero tampoco que se remataran las playas, privatizara la vista al mar, se robara los acantilados, y la ruindad amenazara casonas y calles. Tampoco un Barranco convertido en chupódromo En síntesis, queríamos impedir que las autoridades-delincuentes, siguieran usando Barranco, para cutrear y destruir.


Salvemos Barranco era un movimiento ejemplar hasta ese momento. Pero parece que las elecciones municipales que se acercaban exacerbaron algunos personalismos y un pequeño grupo, sin esperar una candidatura unitaria de Salvemos Barranco, se abrió y fundaron Decisión Ciudadana, aunque el precio fuera quebrar el movimiento entre gallos y medianoche. Esa es entonces el origen torcido de dicha corriente. La angurria del poder, su partida de nacimiento. Hasta entonces nadie conocía al arquitecto Rodríguez ni al arquitecto Barrientos, dos desconocidos profesionales que no ocultan sus ambiciones y que lideran el grupete de marras.


Este fraccionamiento supuso una desmoralización muy grande para el movimiento cívico barranquino. Usando las artes más bajas alejaron a mucha gente valiosa, se apertrecharon en alguna casa solariega y se alejaron del pueblo barranquino haciendo gala de un sectarismo y un estilo de hacer política francamente deplorable, alejado por completo del hombre de a pie.


¿Por que rompieron Salvemos Barranco? La organización vecinal molestaba a sus intereses personales. Lo lógico hubiera sido que dentro de Salvemos Barranco se esbozara una candidatura unitaria pero ellos no quisieron esperar. La angustia del poder es así. Sin embargo, casi al cierre de las inscripciones Susana Villarán y Fuerza Social decidieron lanzar en Barranco a Javier Alvarado, promotor original de Salvemos Barranco, y luchador por el distrito de larga trayectoria. Alvarado ha sido el màs encarnizado enemigo de los tristemente célebres Gálvez, Del Pomar y Mezarina. A través de colectas y el apoyo de la comunidad ha ganado varios juicios a dichos poderosos delincuentes. Ese historial lo hace merecedor a gruesos calificativos del advenedizo Barrientos. Se le cuestiona que no tenga trabajo e ingresos. Si no es chamba pasarse una década en el poder judicial, lidiando con los corruptos, qué es trabajo por Dios.


Pero el colmo ha sido ayer cuando Barrientos en Facebook proclamaba a los cuatro vientos que debían hacer voto cruzado hasta con el indeseable Kouri. Qué fue de la decencia de Decisión Ciudadana. Yo como ciudadano barranquito me niego a acatar dicha disposición que demuestra la calaña moral de los que intentaron romper Salvemos Barranco. Basta de improvisados y oportunistas. En Barranco hay que votar por Fuerza Social y por Javier Alvarado. Las bases auténticas de Salvemos Barranco están con ellos.

viernes, 2 de julio de 2010

"SUEÑOS BÁRBAROS" acaba de salir

Pronto en librerías


Cine y literatura fundidos en una novela

Eres un desperdiciado. Ésas fueron las últimas palabras de Cristina cuando me fui de la casa. Desperdicio, basura, todo lo que no sirve o ya se echó a perder. Perderse, seguro que yo estaba perdido. De acuerdo, Cristina. Soy un desperdiciado. No tengo nada que hacer al lado de una mujer tan sensata y triunfadora. Me voy. Quédate con todo, no me importa. Quédate con la casa, con la chacra, con los muebles, y con la cebichería que pusimos juntos. Sólo quiero mi vieja camioneta y mi libertad para seguir fracasando...

Tras separarse de su mujer, sin más recursos que las armas de la imaginación, Rafael Delucchi emprende el sueño de su vida: hacer una película. En la ruinosa casa en la que se instala, Rafael albergará amigos, mujeres, saltimbanquis, efímeros visitantes, cámaras cinematográficas, insólitos huéspedes y guiones secretos. Pero ni la casa ni sus habitantes podrán escapar indemnes a la violencia y el descalabro de la Lima de los años noventa, siendo el último bastión de un grupo de cinéfilos que se empeña en construir una realidad alternativa, frente a un mundo tenebroso y absurdo.

La novela también es una indagación estética sobre los vínculos entre la literatura y el cine, sus conexiones y discontinuidades, además de una reflexión sobre la realidad, la ficción y la meta-ficción en el arte. La obsesión por los metafilmes que persigue a los personajes, también convierte a "Sueños Bárbaros" en un tratado de cinematografía. De esta manera la novela de Rodrigo permite múltiples registros y tiene varias lecturas y niveles.

“¿De qué trata tu película?”, pregunta la Ardilla, con una sonrisa insidiosa. “No sé, de un muchacho que sueña con hacer un metapelícula. De un pata que se mete de terruco para vengar a su viejo, de un gordo que busca el sentido de la vida. De un momento horrible y jodido de la historia del Perú. Del cine como duermevela. De muchos ingenuos soñadores…”. “Ay, Pipo. Sueños, solo sueños… ¡Sueños bárbaros!”, canta la Ardilla como si se hubiera sacado el Oscar de la academia…

La pasión por el cine, la persistencia de la voluntad y el amor a la libertad son las claves que dan unidad y sentido a esta conmovedora historia.