Antonio Brack Egg nació en Villarrica, Oxapampa, hace 68 años y es descendiente de colonos cafetaleros de origen tirolés. Estudio en Lima con los salesianos y posteriormente hizo estudios de agronomía en La Molina y un doctorado en Alemania. A su regreso realizó un trabajo monumental sobre las plantas del Perú y nuestros recursos naturales. Con un pequeño sueldo de profesor universitario acometió esta descomunal tarea durante 25 años, y luego pasó a la defensa activa de nuestra biodiversidad y el medio ambiente. En la década de los ochenta su familia fue amenazada por columnas del MRTA, -incluso su hermano fue secuestrado- y debió partir al exilio al Paraguay-. Posteriormente trabajó para Flacso en el Ecuador.
A su vuelta al Perú a fines de los noventa se dedicó a divulgar nuestro potencial agroecológico en un fascinante programa de televisión llamado “La buena tierra”. Años antes había defendido el comercio restringido de la fibra de vicuña, lo que le trajo no pocos detractores. Sin embargo Brack, un “cholemán” de nuestra selva, campechano y simpático, supo ganarse el aprecio de la gente, con su chispa y su consecuencia, con su lucidez y su sabiduría. Todos entendíamos que no era un ambientalista radical, sino más bien un ecologista práctico. Hay que equilibrar la explotación racional de los recursos, decía, con la defensa de la biodiversidad y la preservación cuidadosa del medio ambiente.
Hace tres años, Brack sufrió un grave accidente vascular (cuatro aneurismas) y su joven esposa temió por su vida. Como si la proximidad de la muerte hubiera desatado antiguas inseguridades, Brack comenzó a virar su discurso. Cuando lo entrevisté hace dos años para la revista Umbral, Brack propugnaba un desarrollo capitalista en nuestra amazonía a partir de los ejes viales interoceánicos, cosa que me sorprendió. También refirió conversaciones con algunos capitostes de la minería. Pero nada auguraba un cambio de 180 grados en su pensamiento. Meses después abandonó el PNUD como fuente de financiamiento y se descubrió que estaba detrás de los falaces estudios de impacto ambiental de la Monterrico Metals, que por entonces pretendía las minas de Majaz, en plena ceja de selva piurana.
La involución de Brack, ya se veía venir cuando misteriosamente fue nombrado jefe de la Comisión de Medio Ambiente (Conam) hace unos meses, cargo en el que duró apenas un día. El viernes ha sido designado ministro de Medio Ambiente. Solo esperamos que desde su flamante despacho, no se convierta en acusador de sus antiguos amigos: ecologistas y ONGs “antimineras”. La cercanía de la parca no justifica la traición a los principios.
A su vuelta al Perú a fines de los noventa se dedicó a divulgar nuestro potencial agroecológico en un fascinante programa de televisión llamado “La buena tierra”. Años antes había defendido el comercio restringido de la fibra de vicuña, lo que le trajo no pocos detractores. Sin embargo Brack, un “cholemán” de nuestra selva, campechano y simpático, supo ganarse el aprecio de la gente, con su chispa y su consecuencia, con su lucidez y su sabiduría. Todos entendíamos que no era un ambientalista radical, sino más bien un ecologista práctico. Hay que equilibrar la explotación racional de los recursos, decía, con la defensa de la biodiversidad y la preservación cuidadosa del medio ambiente.
Hace tres años, Brack sufrió un grave accidente vascular (cuatro aneurismas) y su joven esposa temió por su vida. Como si la proximidad de la muerte hubiera desatado antiguas inseguridades, Brack comenzó a virar su discurso. Cuando lo entrevisté hace dos años para la revista Umbral, Brack propugnaba un desarrollo capitalista en nuestra amazonía a partir de los ejes viales interoceánicos, cosa que me sorprendió. También refirió conversaciones con algunos capitostes de la minería. Pero nada auguraba un cambio de 180 grados en su pensamiento. Meses después abandonó el PNUD como fuente de financiamiento y se descubrió que estaba detrás de los falaces estudios de impacto ambiental de la Monterrico Metals, que por entonces pretendía las minas de Majaz, en plena ceja de selva piurana.
La involución de Brack, ya se veía venir cuando misteriosamente fue nombrado jefe de la Comisión de Medio Ambiente (Conam) hace unos meses, cargo en el que duró apenas un día. El viernes ha sido designado ministro de Medio Ambiente. Solo esperamos que desde su flamante despacho, no se convierta en acusador de sus antiguos amigos: ecologistas y ONGs “antimineras”. La cercanía de la parca no justifica la traición a los principios.
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