La “ideología del perro del hortelano”, cómo llamar a ese bodrio conceptual, que consiste en entregarle el pais al gran capital y dejar el resto en la pobreza, ha cobrado ya sus primeras víctimas. Cinco campesinos han muerto por las balas asesinas de la policía, una emblemática ciudad está tomada por sus habitantes, y hoy Cusco también se rebeló contra Alan García.
El ambiente político se electriza y el presidente entra en corto circuito. Mientras en andina declaraba que nadie acata el paro en Cusco y Luis Alva Castro anuncia tercamente que no renunciará, los cusqueños se encontraban ya en las puertas del aeropuerto Velasco Astete. La pérdida de brújula afecta también al adusto señor primer ministro. Para él los miles de cusqueños y ayacuchanos son senderistas.
Alan García nos está llevando al desbarrancadero. Sigue manchando la democracia con la sangre de los pobres. en la tierra emblemática de nuestra tragedia histórica: Huamanga. Continúa echando gasolina a la hoguera de la injusticia. El odio de las provincias por Alan es generalizado. No se ha dado cuenta el líder del apra que no queremos neoliberalismo. Solo pedimos desarrollo con equidad, No que una sarta de plutócratas se apropien de nuestros recursos. No queremos vender ni el patrimonio, ni la selva, no queremos chilenos en sectores estratégicos. No queremos privatizar nada. La mayoría de peruanos no quiere TLC y además nadie les consultó. No queremos propuestas estúpidas y mentirosas como la del tercio superior. No queremos un mediocre como Chang en el ministerio de educación. En el 2006 el 70 por ciento de los peruanos votó contra la derecha y el programa de los ricos. Señores del gobierno, ustedes que respetar ese mandato superior. No pueden vendernos gato por liebre. Meternos la yuca, al estilo fujimorista. El pueblo se levanta porque está asqueado del gobierno, del presidente, de su entrega a los poderosos y neoliberales. Y este grito surge desde Huamanga, la herida sangrante de este país. Los demócratas tenemos la obligación de escuchar ese llamado.
Del Castillo y todo el gabinete tienen que caer. Es hora de rectificaciones. La figura de la incapacidad moral y sicológica del presidente es un último recurso para salvar la democracia.
Si una democracia tiene que meter bala a los pobres, no es democracia. Si una democracia solo tiene el recurso de las bombas y las bayonetas para enfrentar la desesperación de un pueblo, es dictadura, es mero simulacro. Si una democracia necesita matar a pobres campesinos, algo cruel y trágico está corroyendo las bases de nuestro país.
viernes, 22 de febrero de 2008
La democracia de los muertos
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