La academia define cinismo como desvergüenza en el mentir. Solo cinismo parece salivar Alan García después del 28 de julio tras el asqueroso pacto bajo la manga con el fujimorismo. Hablar de reforma del alma despues de la vergonzosa compra de votos en el parlamento y de la ilegal carcelería dorada de Fujimori, suena a farsa, a comedia negra a sainete, pero también revela la calaña moral del presidente y su partido.
Mientras escribo estas líneas 20 mil madres del vaso de leche están siendo impedidas de llegar a la sede del consejo de ministros. Se quiere reducir el presupuesto del programa que fundara el recordado frejolito, en un diez por ciento, en tanto a las mineras se les regala cinco mil millones de dólares en sobreganancias. ¿Esa es la reforma del alma que se quiere? ¡Que no se quejen los cholos, que no sean envidiosos de sus patrones! Apoyen con sumisión a este eficiente gobierno de los ricos. ¡Hay que transformar el espíritu nacional, señores electarados como escupe Aldito, el amauta del fascismo! Déjense expropiar sus tierras, sus bosques, y sus mares, acepten tropas extranjeras, la devaluacion de su salario, los despidos humanistas de la gloriosa y justa Confiep.
La reforma que proclama Alan exige que se siga operando con martillos de ferretería en los hospitales del país, que las AFP sigan cargándose las jubilaciones de un millón de viejos ñoños, que diez mil pescadores queden en la calle, que cada día se estrellen mas buses interprovinciales. Mientras corrijo este texto cientos de huancaínos apedrean su terminal terrestre porque las empresas cobran ochenta soles por un pasaje a Lima. Qué viva la libre empresa en el ministerio de transportes y necropsias de la ministra Zavala.
Pero el cinismo ronda también en el ministerio de economía. La inflación está embalsada y no falta mucho para que el fondo de estabilización de los combustiles estalle en mil pedazos. Si se sincerara el precio del petroleo, es decir si no se apoquinara 300 millones de dolares mensuales a las petroleras, nuestras inflación ya estaría bordeando el 30 por ciento anual, calculan algunos analistas. Pero como en la estafa del carrusel, la ficción tiene que acabar en algún momento, y será pronto a juzgar por la caída de nuestras reservas y el descalabro de la economía norteamericana. En otras palabras, estamos igual que en 1988, cuando un negro 5 de septiembre tuvo que sincerarse el precio del barril. Veinte años después Alan vuelve a hacer de las suyas, vuelve a demostrar su incapacidad moral y política.
Pregonar una revolución de los espíritus cuando la náusea hacia los gobernantes invade el país entero es puro cinismo. Pero también es señal de que esta democracia está herida de muerte. La historia se repite. Alan tiene el mismo rictus de cinismo que su aliado Fujimori. La vacancia presidencial ha entrado en la agenda política, porque es la única manera de reformar el alma nacional.
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