lunes, 10 de marzo de 2008

Por qué reculó Uribe y la obtusa diplomacia de Joselo


Uribe cometió tantos errores y dijo tantas mentiras en los seis días de crisis diplomática con Ecuador y Venezuela, que al final tuvo que recular. Se mandó sin más a invadir territorio ecuatoriano, siguiendo los dictados de la CIA y el Mossad, pero le salió al frente un inteligente y probo Rafael Correa que lo puso en su sitio en menos de lo que canta el gallo. Uribe recurrió entonces a todo tipo de falsedades: que las farc habian financiado a Correa, que Chávez aporta 300 millones de dólares a las farc, que habian capturado tres laptops del número dos de las farc, que las farc estaban traficando con uranio enriquecido. Todo, una gran farc-sa a la que se han prestado los medios, y de la que todavía no se rectifican.

Capear el temporal en la OEA, ese ministerio de colonias como fue definido alguna vez, fue mas o menos fácil para Uribe. Tenía a su costado a Condolencias Rice, y a Alan García, que quisieron convertir la asamblea de la OEA en un foro de denuncias de las farc, desviando el tema central que era la condena al régimen colombiano.

En la reunión del Grupo de Río en Santo Domingo la cosa fue distinta. Ya no estaba la sombra negra de Bush azuzando los enconos regionales y dictándole el libreto a Uribe. Ya no tenía a su costado a sus asesores del Mossad. Encima la opinión pública colombiana había cambiado bruscamente de sentir. Estaba convencida de que su presidente mentía. La pronta liberación de Ingrid Betancourt, ese símbolo de la tragedia colombiana, había desatado la feroz ofensiva militar en suelo ajeno. El objetivo era sabotear cualquier salida política a la crisis de los rehenes. Un hilo de sangre baja por la comisura de los labios de Uribe.

Pero bastó el gesto adusto de Rafael Correa, la exhibición de sus manos limpias y sin sangre, para que toda América Latina le diera la razón. El Brasil de Lula y la argentina de la Kirschner tomaron la inicativa diplomática y amenazaron a Uribe y su obtusa alternativa militarista. Uribe miró a su alrededor y se encontró absolutamente solo. Hasta Alan lo había abandonado.
Uribe sacó su línea. América Latina estaba masivamente contra él. Correa había sabido aglutinar a todas las fuerzas del continente para ponerlo contra las sogas, -qué envidia de presidente-, mientras Bush en el epílogo de su mandato era poco lo que podía hacer. Es entonces que Uribe frunce la cara, y la derrota diplomática golpea su soberbia. Se acerca y pide perdón. Es cierto que se trata del arrepentimiento de un lacayo y un felón, y que la crisis recién empieza. La internacionalización del conflicto colombiano es una amenaza para todo el continente. El plan Colombia es el principal factor de desestabilización de toda la región.

Las farc, -no se merecen las mayúsculas-, están hace sesenta años en las selvas colombianas, combatiendo el estado patrimonial de la oligarquía colombiana. Sus milicias ocupan el 37 por ciento del país del norte y tiene 15 mil hombres alzados en armas y con pertrechos de primera. El empeño de Uribe de acabar con ellas en el plano militar es solo un espejismo, porque tienen para resistir cien años más, protegidos por la espesura. ¿Vamos a esperar cruzados de manos? No. Las farc tienen que abjurar de las armas, liberar a los cientos de rehenes e insertarse en el sistema político colombiano, bajo la supervisión de los gobiernos de la región. Y para humanizar el conflicto solo queda reconocer el carácter de beligerante a estas fuerzas no convencionales, y abrir paso a negociaciones de carácter internacional sin presencia estadounidense. América para los latinoamericanos. Cualquier otra alternativa solo traerá más dolor y muerte al pueblo colombiano.

Mientras Rafael Correa ha demostrado grandes capacidades como estadista y le ha parado el macho a Uribe, es lamentable comprobar la obtusa mirada de Alan García cuando sale en auxilio de Uribe y se pretende erigir en líder anti-Chávez, cuando el problema de fondo es el militarismo colombiano de toda laya. Al final, Alan se quedó más solo que prostituta en navidad.
A todas luces la política internacional de Joselo es un rotundo fracaso, y solo nos conduce al aislamiento internacional justamente cuando enfrentamos una disputa territorial y marítima con Chile. Ya es hora de remover a Joselo del cargo por incompetente y por poner en riesgo los intereses supremos del país.

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