El golpe militar en Honduras estaría viviendo sus últimas horas. Miles de ciudadanos del Bloque Popular tomaban hoy el aeropuerto de Tegucigalpa mientras el presidente Zelaya volaba hacia la capital en una acción fallida pero simbólica , e inusitados movimientos de tropas nicaraguenses se anunciaban en la frontera, ubicada a menos de cien kilómetros de la capital hondureña. Arrinconado el gobierno ilegítimo de Micheletti llamaba urgentemente al diálogo con la OEA que horas antes desaforó por unanimidad al pais centroamericano.
El frente interno de los golpistas parece estar bastante resquebrajado. Las primeras disidencias comienzan a aparecer en las fuerzas armadas y en el mismo gobierno. La condena de la OEA ha aislado internacionalmente al país, y ni siquiera el estado de sitio puede contener la repulsa ciudadana. De poco sirven las informaciones distorsionadas de CNN y “El País”, y menos aún la mentalidad fascistoide y dictatorial de esperpentos como Alvaro Vargas Llosa y Hugo Guerra, que en El Comercio han publicado verdaderos monumentos al onanismo para justificar lo injustificable. La derecha se ha vuelto antisistema si tiene que recurrir a golpes de estado.
En el ajedrez internacional Honduras sería una ficha intrascendente si no fuera porque en el pequeño país se juega el destino de América Latina. Aceptar un golpe de estado en el continente llamaría a una escalada de insurrecciones militares de viejo cuño. Ya lo dijo Obama. Curiosamente la contradicción en el continente se da hoy entre neoliberalismo y democracia. Honduras lo demuestra.
Los núcleos neoliberales, con sus medios de comunicación, y la jerarquía eclesiástica han demostrado su verdadera careta antidemocrática. Honduras gobernada desde siempre por una estrecha oligarquía ligada a la tierra y los negocios mercantilistas es hoy el espejo en el que debemos mirarnos. El colapso del neoliberalismo ha puesto en evidencia el nivel de contradicciones que afecta a la mayoría de sociedades latinoamericanas. El consenso de Washington hace rato dejó de ser consenso y tras la crisis global ha quedado totalmente desnudado. El libre mercado sólo fue una una coartada de los poderosos para enriquecerse y no redistribuir los excedentes sociales. Un nuevo ciclo se avecina, donde los movimientos populares tendrán un enorme papel.
Los fangosos resultados del modelo hoy son abrumadoramente rechazados y han desatado movimientos sociales de increíble vitalidad. La globalización ha hecho posible la articulación del progresismo continental, desde Lula hasta Correa, pasando por Evo, Lugo y hasta Estados Unidos. La era Bush ha terminado. Escucha Alan… El golpe de Honduras es inviable. Incluso hoy se especula con una intervención armada para restituir a Zelaya. Micheletti tiene los días contados…
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