Un muchachón de apenas 35 años amenaza todo el sistema político chileno. Marco Enríquez Ominami, hijo de un antiguo jefe del MIR chileno asesinado por Pinochet, fue impedido de participar en las primarias de la Concertación. Las gerontocracias del partido socialista y de la DC lo tacharon, para permitir que el antidiluviano Frei volviera a candidatear. El muchacho no se amilanó y se lanzó por la libre. Y en tan solo un mes de campaña ya ascendió al 15 por ciento de las preferencias. Frei está desesperado, Enríquez se está devorando su caudal. Es guapo, es inteligente y gran comunicador y sobre todo interpreta el sentir de los jóvenes chilenos, hartos de la clase política y de la forma de hacer política de la alianza que gobierna Chile desde hace 20 años.
Pero lo curioso es que el hijo del mirista también se está tragando el caudal de Piñera, el dueño de Lan-Chile que le roba a los pacientes que van a sus farmacias FASA. En la ultima semana el “momio” se ha visto mermado en las encuestas, lo cual alimenta las posibilidades de Enríquez, que es un destacado cineasta.
Siempre he creído que un director de cine es como el presidente de la republica de una película. Y la película de Chile ya está gastada. La democracia vigilada por los militares ya no da para más después de veinte años. Si no que lo digan los estudiantes de los liceos que se levantaron contra la Bachelet. Además, la economía chilena ha caido 2.5 por ciento en el primer trimestre y el modelo comienza a naufragar. La falta de agua y gas, (y de una civilización detrás), entrampa la ilusión de un Chile superpotencia, como predican Piñera, los militares y los medios que controlan. Encima, los gastos en armamento comienzan a enervar a la ciudadanía mientras se deterioran los servicios públicos. Hoy los chilenos lúcidos perciben que la doctrina Portales es una buena mierda. Ese expansionismo no ha conducido a nada bueno, y se sigue insistiendo en él a través de las inversiones chilenas en el Perú, que sin duda son un peligro para la paz continental. (Acuérdense de las salitreras bolivianas de Atacama en 1879)
La ciudadanía de a pie, basta ver los comentarios en El Mercurio on-line, cree que es hora de darle mar a Bolivia y resolver de una vez los diferendos con el Perú (hito y demarcación). Sabe además que con la constitución que los rige no podrán desmontar la matriz neoliberal y autoritaria de tantos años. Los chilenos están empachados de la Concertación, de los ricachones ladrones fungiendo de políticos, de los carcamales y de la camisa de fuerza constitucional que Pinochet impuso, fruto de una transacción episódica, que terminó asfixiando la democracia chilena. Y Enríquez lo sabe y en su guión la trama avanza porque la crisis global corre a su favor. A cinco meses de las elecciones parece que Chile se ha encontrado un Obama, o quizá un nuevo Allende. Paradojas de la vida. Solo esperamos que el villano pinochetista no regrese de la tumba.
Algunas citas de Marco Enríquez:
La diplomacia chilena ha sido muy inepta para que en 130 años, tengamos una dependencia energética de Nigeria, que es de donde traemos una parte del petróleo, siendo que aquí al lado, en Bolivia, hay una solución energética. Que alguien me de una explicación racional. Yo pido cordura y sentido común.
No es Chile el que tiene un comportamiento chauvinista, es una derecha totalmente irracional, a la que le ha gustado aislar a Chile. Quiero recordar que casi la mitad de los líderes de derecha, están con orden de arraigo por la Interpol, y que gran parte de su liderazgo, está condenado al turismo interno y no puede salir de Chile. Esa derecha malamente nos puede explicar cómo le gustaría la diplomacia, porque lo que ellos han hecho, es aislar a Chile. A lo que yo invito, es que a la derecha con la que se puede dialogar, que hay muchos, y a la Concertación con la cual se puede dialogar, que hay muchos, que construyamos una nueva política diplomática, más abierta, que nos integre económica y culturalmente al continente.
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