martes, 19 de febrero de 2008

Las provincias se desbordan


A los empresarios teelecé, a los apristas carné y a los campesinos con el pié

Alan García se queja y llama vándalos a los activistas del paro agrario, declara el estado de emergencia en 9 provincias, militariza la lucha social, arremete contra los maestros y la inteligencia con una ley del tercio superior, quiere rematar la selva, subastar el Cusco, regalar el gas, apropiarse del estado, figuretear en la APEC, abrirse de piernas a los chilenos, todo al mismo tiempo, como si un febril estado maníaco, lo hubiera atacado luego de enterarse de que el Perú creció 8.99 en el 2007. Cálmese señor presidente, tome su litio y acompáñelo con un triptanol en la noche. Y una vez calmado mire hacia adentro como si estuviera en un diván. Recuerde. Usted fue elegido con las justicias y casi por azar en el 2006, como daño colateral del fenómeno Humala. Nadie lo puso en Palacio, ni por su oratoria, ni por su sonrisa, ni por sus dotes (nulas) de estadista, sino porque era el único que podía comandar en ese momento la resistencia frente a las hordas humalistas. (Para la burguesía limeña la irrupcion de los indios y provincianos en la política sigue siendo una pesadilla colonial). Es decir, usted está en el sillón Pizarro por una suerte de suma cero, de antivoto, de miedo atávico al factor étnico. En esas condiciones cualquier estadista inteligente busca consensos, se acerca a las mayorías excluidas, levanta un programa de unidad policlasista, un acuerdo nacional. Más aún teniendo una economía presuntamente boyante. Pero en lugar de hacer todo eso, que era lo lógico, -una suerte de continuación de la transición democrática que Toledo había abandonado-, se alquila de cuerpo y alma a la derecha, el empresariado, a la secta neoliberal que ocupa masónicamente los resortes claves de la conducción del estado, y realiza el derrotado programa de Lourdes y la derecha.

Una vez mas se da un extraño fenómeno. La gente vota por el cambio pero las cosas siguen iguales. Fujimori fue el primero en zurrarse en las promesas. Alan ha aprendido la lección. Prometió el oro y el moro y ahora gobierna para una costra plutocrática, una estrecha franja social de grandes propietarios aliados al capital extranjero que quieren levantarse el pais entero, a costa de las provincias, de los campesinos, y de las clases medias y populares.

Esta costra plutocrática, esta nueva oligarquía, no tiene patria. Está aconchabada al capital chileno y quiere venderle hasta el último recurso natural para medrar parasitariamente de esta asociación. La errática política exterior dirigida por Joselo expresa los obstusos intereses de su clase. Se presenta el diferendo marítimo a la Corte de la Haya, solo por la presión de los grupos nacionalistas de la cancillería, y se es incapaz de defender nuestra soberanía con coherencia, por la estúpida política exterior iniciada por Alan García. Fruto de ello será la firma y ratificación de los convenios marítimos de 1952 y 1954 por parte de Ecuador y Chile, cuando se reunan Rafael Correa y Michelle Bachelet el 12 de marzo en Santiago.

Es hora de cambiar esa absoluta sumisión a la declinante administracion Bush, y de replantear la estéril alianza con la encapsulada Colombia. Es tiempo de estrechar vínculos con Argentina, que parece no existir para Joselo, así como con Brasil y Bolivia. Ganarse a Bolivia y no seguir insistiendo en la denigración de Chavez que no conduce a nada porque Venezuela es más bien parte de la cuenca del Caribe.
Alan se está arrinconando como Goñi Sánchez de Losada y está polarizando el ambiente político. Gobernar sólo para uno de cada cinco peruanos tiene peligros inmensos para la estabilidad institucional del país. y para el futuro de la democracia. Son millones de peruanos que pugnan por repartir de otra manera la riqueza nacional, mínimos derechos sociales y ciudadanos, educación, salud, y que están dispuestos a pugnar indistintamente por la legalidad o el levantamiento, que ora busca expresiones políticas como Humala, ora recurre a la barricada y al corte de carreteras.

El Perú de los pobres, de los excluidos y las provincias está harto de Alan García, del cenáculo neoliberal, y de la costra plutocrática que siguen manejando el Perú como si fuera su encomienda, su hacienda, su plantación. Después no se quejen si explota, si se fractura el régimen político. ¿O es que la democracia es solo una falaz ficción, incumplida tenazmente, exprimida de sus esencias por esa cuerda de funcionarios del capital, que gobierno tras gobierno, sigue manejando los hilos del poder, y que cada cinco años saca la piñata y los payasos?

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