Ha muerto Néstor Kirchner de un ataque fulminante, en su ley. Tras su marcha, la Argentina va a tener que aprender a convivir con su sombra y con su mito. Me atrevo a decir que hoy ha nacido una figura mucho más importante que Perón e incluso más que Santa Evita. Kirchner el hombre de la gran nariz y la mirada bizca, sabía mirar a todas partes y esquivar los golpes con habilidad. Astuto, sagaz y compulsivamente trabajador, extrajo a la Argentina del marasmo en que lo sumieron Menem y de la Rúa, reconstruyó la democracia, generó un proyecto viable y alternativo al neoliberal y sobre todo sacó a las pobres de la decepción y la carencia. Hoy mientras escribo estas líneas seguramente saldrán a despedirlo millones de piqueteros y desheredados, a quienes Kirchner renovó la esperanza y la fuerza. Saldrá también la clase media lúcida y pensadora mientras los que perdieron sus privilegios, digamos los funcionarios de las trasnacionales, el cogollo de la Rural y los políticos de viejo cuño, dormirán acunados por una oscura satisfacción. Hace tiempo que le deseaban la muerte porque Kirchner los humillaba siempre. Incluso hoy las acciones de Wall Street subieron como la espuma. Buen síntoma. Ser hostil al libre mercado es una condecoración
Kirchner demostró que una democracia más justa era posible, que el país con sus riquezas y sus gentes merecía un futuro mejor, y que el ingreso nacional podía ser mejor distribuido. El ex presidente por otro lado saldó la deuda que la Argentina tenía con los derechos humanos, abrogó la impunidad y cerró el círculo maldito de los autoritarismos del siglo XX.
La muerte de Kirchner efectivamente cambia el panorama político argentino. ¿Estará Cristina a la altura de las circunstancias? Lo dudo. Ella no tiene ni las agallas, ni la persistencia, ni el carisma, ni la lucidez de su marido. ¿Ha muerto el kircherismo? Es lo más probable pero en el imaginario colectivo siempre quedará su figura como sinónimo de un politíco y estadista de garra. Sin duda Kirchner salvó a la Argentina del filo del abismo. Solo me queda reiterar un juicio del poeta Juan Gelman: “fue el creador de un proyecto de país nuevo que siguió impulsando, a pesar de los intereses de siempre, más atentos al bolsillo propio que al pueblo argentino”.
Kirchner demostró que una democracia más justa era posible, que el país con sus riquezas y sus gentes merecía un futuro mejor, y que el ingreso nacional podía ser mejor distribuido. El ex presidente por otro lado saldó la deuda que la Argentina tenía con los derechos humanos, abrogó la impunidad y cerró el círculo maldito de los autoritarismos del siglo XX.
La muerte de Kirchner efectivamente cambia el panorama político argentino. ¿Estará Cristina a la altura de las circunstancias? Lo dudo. Ella no tiene ni las agallas, ni la persistencia, ni el carisma, ni la lucidez de su marido. ¿Ha muerto el kircherismo? Es lo más probable pero en el imaginario colectivo siempre quedará su figura como sinónimo de un politíco y estadista de garra. Sin duda Kirchner salvó a la Argentina del filo del abismo. Solo me queda reiterar un juicio del poeta Juan Gelman: “fue el creador de un proyecto de país nuevo que siguió impulsando, a pesar de los intereses de siempre, más atentos al bolsillo propio que al pueblo argentino”.
lamentable pérdida
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