Aldo Mariátegui, el director de Correo, ha insultado, discriminado, denigrado, como sólo un pituco indigno puede hacerlo, a una congresista indígena llamada Hilaria Supa, alfabeta en quechua y en castellano, por unas faltas ortográficas explicables porque aprendió a escribir a los 20 años.
Aldito lo único que hace es renegar de su abuelo insigne y ni siquiera se ha tomado la molestia de leer “El problema del indio”, inserto en “Los 7 ensayos”, para entender lo que ocurre con los quechuas monolingües de nuestro país. El desprecio que muestra Aldito de M por las razas originarias de su país y los pobres en general, seguramente no lo escuchó en su casa, ni a sus padres, jamás a sus tíos Javier y Sandro. Su ignorancia en castellano y en quechua es fruto de un complejo sicológico que no sólo puede ser explicado por su enanismo, sobre todo mental. Al ridículo Aldito le joden los cóndores. Su problema es su famoso abuelo, no tanto por ser socialista sino por llevar el apellido materno
Lo cierto es que Aldito se identifica con su bisabuelo, un gris personaje limeño que desamparó a sus hijos, tanto que el buen Amauta debió emplearse como alcanzarrejones en
Aldito, bisnieto de una “chola” quechua hablante y que estudió en el colegio Markham se escupe a sí mismo cuando insulta a Hilaria Supa. Esa es su estatura moral. Es una pena que el brillante psiquiatra recientemente fallecido, su tío Javier, no lo haya tenido entre sus pacientes. Porque lo de Aldo no es solo un derechismo asqueroso, es un problema del alma. Ten cuidado con los cristales que te pueden caer del cielo, enano presumido, pequeño Hitler de opereta, con el perdón de las personas de corta estatura y del bel canto.